jueves, agosto 09, 2007

En cuerpo y alma

Sólo contados rasgos las asimilaban: ambas soñadoras y con una pasión irrefrenable por todo lo que emprendían. Y pensar que durante su adolescencia esa “otra” era su antitesis, el ser que representaba todo lo que ella nunca sería.
En la rebeldía que le sirvió de transición en la niñez y la juventud universitaria, Anabela personifico en su madre todo a lo que se oponía. Ella no sacrificaría sus sueños por nadie, tendría una carrera, viajaría, se iría al extranjero. Experimentaría todo lo que fuera prohibido y sólo cuando su vida se hubiera estabilizado, pensaría en asentarse; sólo cuando estuviera satisfecha con lo vivido pensaría en dar vida a alguien más. Y tendría algo fuera de su hogar, sus hijos nunca serian toda su vida.
Bela despreciaba todos los aspectos de su madre: era insensible por no haber perdonado a su padre un desliz; era débil pues había renunciado a sus aspiraciones para irse con él acompañándolo en el cumplimiento de las suyas y era malvada por decir que lo único que valía en su vida eran ellos, sus hijos.
Por oposición a su madre se identifico Ana y formo un ideal para su futuro: ella seria alguien y mejoraría para luchar por sus convicciones.
Cuando el ansiado momento de “independizarse” llego y comenzó a valerse por si misma, muy lentamente comenzó a descubrir la juventud de su madre y que, a pesar de los esfuerzos suyos por demostrar sus diferencias, eran mas parecidas de lo que creía.
Con la madurez que trae el alejarse de las comodidades del hogar, Anabela comprendió que su madre dio todo por lo que sentía…. Y ella conocía muy bien eso, porque era la base sobre la cual se asentaba su carácter.
Con el tiempo entendió que su madre siempre estaría junto a ella, apoyándola para que saliera adelante… ella era su red de seguridad, su válvula de escape, la tumba de sus miedos… Había entendido que nada en la vida de un ser humano es eterno por mucho que uno quiera conseguirlo, pero la certeza de que su madre seria constante no sólo en persona sino en su recuerdo es para ella la única certeza innegable.

Nota del autor: este texto fue escrito para el Taller de Comprensión y Producción de Textos II en el año 2006, bajo la consigna de escribir sobre los refugios.