¿Qué habrá sido ese ruido?, el gato de Cata, seguro; por qué mierda será que no me puedo dormir, esta panza ya me tiene harta, gordita, ¿cuándo te vas a dignar a nacer?, mamá tiene calor y ya está re podrida, mi sol, está cansada de sentirse gorda, de que la ropa que le gusta no le entre, de tener calor, de no poder dormir boca arriba ni boca abajo, con lo mucho que me gusta, Solcito. Otra vez el ruido, qué gata podrida, debe de estar meándome las plantas otra vez, mañana compro algo para que no se acerque más, que se joda por seguir hinchándome, y Cata, más vale que no venga a decirme nada porque ya le repetí un millón de veces que no quiero a la gata en mi jardín, para colmo después anda diciendo que estoy loca, como esa vez que la escuché hablando con la vecina: “Sisi, a Almendra no le gustan los gatos, es más, creo que tiene una obsesión con hacerles daño”, pero qué boludez, lo pienso y me enfermo de nuevo, qué problema hay si no me gustan los gatos, no me gustan y punto, tampoco los voy a andar matando, pero si siguen viniendo a romperme las plantas, no tengo mucha opción, si la dueña no los alecciona, lo haré yo. ¿Eso fue la puerta?, genial, llegó Sergio, salió temprano, deben haber apagado los hornos temprano, por el calor; después de que ponga el agua me levanto porque seguro que él tampoco puede dormir esta noche. Mañana debería llamar a mamá y preguntarle qué me puedo tomar, porque no soporto ya esto. Qué raro que no prenda la luz, por ahí piensa que va a molestarme.
-Estoy despierta, bebé, otra vez no me puedo dormir, prendé la luz tranquilo.
¿Por qué no me contesta?, puta, esta panza, dónde habré dejado las pantuflas, qué le pasará, ya veo que se llevaron a algún otro y está asustado de nuevo por si tenía el número de casa anotado en algún lugar; qué tipo perseguido, ya le dije un millón de veces que a nosotros no nos van a agarrar, no tienen por qué hacerlo, no conocemos a ningún zurdo, nunca hemos ido a ningún lugar de reunión comunista o clandestino, no escuchamos esas bandas de música subversiva con nombres raros, el Rey de no sé dónde, que para colmo intenta hacerse pasar por cocinero, no, para nada, no hay por qué estar tan paranoico.
-¿Qué pasa, Sergio?
Almendra no pensó más.
***
Las vidas paralelas debían ser lo más reales que fuera posible. Cada uno de ellos se constituyó como autor de una ficción puesta en escena de la que eran creadores y creados.
Alisa Fermín creó a Almendra Javieri de los dos nombres que más le gustaban y que serían los que llevarían sus hijos, cuando fuera que los tuviese.
Ese personaje recorría los espacios de militancia y reunión, algunos seguros, otros sospechados de estar en permanente vigilancia –es decir, absolutamente todos-. Cuando decidieron poner la bomba en el comedor de
El cuaderno del militante montonero Pablo Jiménez llegó, casi destrozado por los balazos, a las manos del jefe del Grupo de Tareas de
Sólo restó ir a buscarla.
Almendra Javieri –que para Alisa sólo había existido en su mente- está desaparecida desde el 26 de agosto de 1977.
PS: Texto escrito para la revista digital Territorio de Palabras