sábado, mayo 31, 2008

Irreales

“No vemos la realidad, la construimos”

Sus manos se unen… con cuidado… en un ritual que roza un pedido de perdón. Dura ese segundo; ese instante absoluto en el que son uno… para luego alejarse con rapidez.
Un momento robado a la realidad. Un momento en el que expresan aquello que no son, ni quieren ser. Un momento total de cariño, sólo eso.
¿Sólo eso?
El amor no era eso, acaso.
Estaba definido tal sentimiento por la necesidad de ser uno, estar unidos y no separarse jamás.
Cómo explicar aquel presente, entonces.
Cariño, amor, lujuria, pasión, ninguno antagónico de los demás. Simplemente consecuentes.
Y ni una vez presente la institución. La formalidad.
Cómo ser feliz sin tal sentido de propiedad atado al amor. Sin tal sentido de unicidad del placer y el amor con una única persona.
Cómo aceptar que eso sería todo, para siempre.

Finalmente aceptaron que no necesitaban nada más.
Que eran todo eso que no querían ser y al no nombrarlo, le daban fuerza.
Que no necesitaban del futuro, pues el presente les daba todo lo que deseaban y más.
Y el hecho de no atarse en forma alguna, los hacia incluso más libres… y más íntimos.

Al no encadenarse el uno al otro, se unían como nunca antes.
Y tal vez… eso haya sido suficiente.