
Estarás con la pierna temblando y el pucho en la mano, escribiendo a la par que intentas que la ceniza no caiga sobre el teclado.
Veo tu cara, la sé, la conozco. Cómo fruncís el ceño cuando tomas una a una las bocanadas de humo, para que no te haga mal.
Sé perfectamente lo encerrado que estás.
Los significantes nos esperan porque los significados ya están dentro nuestro, ¿era así?
Sí. Yo sé todo lo que quiero decir, las palabras me esperan.
Muchas me las enseñaste vos, por eso también son tuyas. Otros las tomarán de mi, por eso son de otros.
¿Cómo llegamos a este presente continuo sin futuro aparente a la vista?
En qué momento dejamos de ser escritores, salvo en nuestras mentes y por qué ahora escribo de nuevo.
¿Pensaste en los saltos al vacío?
Creo que estamos a la mitad de uno. Ya caímos, y el foso es como aquel de las Minas de Moria: una búsqueda de aquello que no se puede encontrar, a través del espacio y el tiempo.
Tal vez se nos dé otra oportunidad, despertemos desnudos en montes nevados, sepamos todo del mundo y él nada de nosotros.
Tal vez en un momento distinto, en un lugar diferente, sea al revés, y finalmente seamos otros y estemos juntos.