viernes, octubre 17, 2008

Medios de información y Desarrollo de la sexualidad:

Entre la antagonía y la disociación imposible
Por Celeste Lucca
Día tras día nos bombardean los discursos trans-mediáticos con frases armadas y obvias con respecto al grado irrestricto de violencia y sexo explícito que transmiten los medios.
Haciendo un rastrillaje de diagnóstico sólo por algunas páginas de internet de Argentina encontramos frases como la siguiente: “es indudable que, (la televisión) en su mayoría, transmite mensajes que promueven la violencia, una sexualidad explícita carente de valores como el amor y el respeto por las personas”[1].
Ahora pregunto: ¿es esto tan así?
Pareciera ser que el enorme negocio de los dueños de los canales de televisión se basara en programas dañinos que lo único que buscan es satisfacer la búsqueda insaciable que tiene la masa por ver morbo puro y duro: sexo, drogas, excesos, violencia, todo a niveles increíbles (¿increíbles?).
Pensado desde esta óptica pecamos de hipócritas.
No es noticia: vivimos en una sociedad capitalista y los medios son empresas. Como tales, buscan vender. Si, vender, convencer a personas como nosotros de que necesitamos su producto para vivir mejor y ser felices.
Como buenos vendedores, saben lo que sus clientes son propensos a consumir y explotan ese saber. Porque la paradoja está en que nos la pasamos criticando los programas que llamamos “basura”, “inmorales”, “violentos”, pero esos programas son los mismos que estallan los puntos de rating, entonces ¿qué falla en este diagrama?
Pareciera ser que todos hubiéramos leído a Louis Althusser, teórico marxista, y supiéramos que la televisión está en el mundo para que el Estado controle lo que pensamos.
Debo reconocer que en esta sociedad mediatizada en la que los jóvenes tienen cada vez mayor contacto con aparatos electrónicos e internet y menos con sus padres y otras personas en ámbitos por fuera de lo virtual, la exposición constante e indiscriminada a estos temas no contribuye a una formación crítica y acabada en torno a la sexualidad.
En todo caso el acento debería ser puesto, no tanto en los contenidos que trasmiten los canales de televisión sino las nuevas relaciones sociales que la globalización ha generado y cómo lograr mantener un equilibrio entre el taladro inagotable de los medios y las charlas con los maestros, los padres, los amigos.
A la velocidad atroz con la que los cambios se producen en esta era debemos encontrar las formas de aggiornar nuestras prácticas para así no caer ni en la paranoia de creer que todo lo nuevo es fatal, ni en la confianza ciega en que las tecnologías pueden ser la solución y salvación a nuestros problemas.
Es en este marco que los procesos de taller en espacios formales como lo es el CPEM Nº 28, cobran más importancia que nunca.
La posibilidad de encontrarse con amigos, compañeros y profesores en calidad de pares a discutir acerca de los temas que más preocupan a las distintas generaciones con respecto a la sexualidad, es una oportunidad única que, lamentablemente, no es lo suficientemente retomada como ejemplo a seguir.
Un espacio tan acabado en cuanto a discusión así como a las formas de lograr el proceso de construcción que caracteriza a los talleres como lo es el de sexualidad, debe ser aprovechado al máximo, tanto por sus coordinadores como por los partícipes.
Es más sencillo de lo que creemos: el poder de elegir qué vemos y qué consumen nuestros hijos está en nosotros. Sólo necesitamos dirigir el control remoto directamente a la pantalla y cambiar de canal; o mejor, apagar la tele y leer un buen libro (seguramente ellos no transmitirán ni violencia, ni sexo explícito, y aún más seguro es el hecho de que lo que sea que nos imaginemos no será más vívido que verlo, ¿o me equivoco?).

[1] www.monografias.com, “Sexualidad y medios de comunicación”, Erik Cabezas Martínez
NdA: Este texto fue escrito a pedido de la profesora Stella Maris Cussinato y será publicado en la cuarta edición de la revista del taller de sexualidad del Centro Para la Enseñanza Media Nº 28 de San Martín de los Andes, del cual formé parte durante cuatro años...