martes, julio 22, 2008

Vivir y vos me das vida

"El que abandona no tiene premio"
Carlos "Indio "Solari
5 de julio, Hipódromo de Tandil
Pre script: Este texto nació la noche del 12 de julio, en un bar de La Plata, luego de presenciar un recital de la banda tributo a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, "Etiqueta Negra".
A ellos mis felicitaciones y agradecimiento. Me movilizaron tanto que de su fuerza, unida irremediablemente a la de los redondos, nació esto que sigue a continuación.

La ansiedad que colmó la tarde se traduce en violenta muestra de esa liberación que había permanecido agazapada y expectante… a la sutil espera del momento preciso en el que pudiera romper sus cadenas...

(Y en lo único en lo que pensaba era en vos)

Con el cuerpo íntegramente sudado y temblando incontrolablemente siente ese placer infinito que sigue luego de hacer el amor de esa forma tan astral y etérea… sólo el ser y la música.
Hordas fieles comienzan el ritual.
Son pocos, pocos para los miles que los reales llevan detrás.
Pero muchos, cientos frente a otros.
Y la mística, la magia se materializa. Adquiere cuerpo como tantas veces antes. Antes para ellos, los mismos, los otros… Antes para los reales, los originales.
Sin creer que fuera eso posible, esa mujer se para al menos por un segundo a observar lo más objetivamente que puede, aunque sabe que no puede; (pero quiere), la procesión.
Observa, escucha y no puede evitar unirse. La fuerza es extremadamente potente, y los cánticos resuenan en su alma

“ricotera hasta que me muera”…

(Y esa sonrisa, de costado, cómplice que pide, no… ruega que no sólo escuches, y sientas, sino que entiendas, que veas el trasfondo, que lo traslades más allá… que te indignes, que grites… y que hagas algo)

Es casi como si fueran ellos allí, una vez más.
Es un deseo multiplicado y exponenciado por cada alma, de las nuevas y de esas que siempre estuvieron y nunca cesan de gritar al compás...
Los gritos desmedidos de esas miles de bombas pequeñitas (y ya no tanto), que ponen el cuerpo en cada encuentro, unidos por un sentimiento… una existencia abstractamente física, que desconoce clases, vestimentas y geografías… pero presenta, como único aunque excluyente requisito, la sensibilidad física, intelectual, y, por sobre todas las cosas, espiritual frente a ella.
El rito exige la transparencia y porosidad de las almas, mentes y cuerpos presentes… Como mínimo, dejate llevar… como máximo, reaccioná. Y no sólo con el grito (que ya es mucho), sino ese último paso que termina definiendo tu ser, de una vez y, (nunca para siempre, pues las circunstancias nos redefinen, pero sí) al menos en ese (y por ese) instante absoluto de pasión incontenible…

¿No vas a volver?, ¿no vas a concederme, al menos una vez, el placer de verte y sentirte, a vos y no a otro, de verdad?

Una esperanza y una necesidad inabarcable de expresión a la máxima potencia…
El enojo, y esa corriente colectiva que enloquece exquisitamente.
Y si, la magia y la poesía increíble de ellos… de aquellos que sienten y sufren el mundo en el que viven, y no encuentran forma más acabada que escribir... y describir… infinita y simplemente comunicar.

1 comentario:

  1. que lindoooooooooooooooooo lud lud. quedo redondito y de ricota. tratare que les llegue.

    El que regala cigarrillos en los trenes.

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