lunes, marzo 30, 2009

21 de enero

Necesitaba transcribir las sensaciones antes de que se esfumaran para siempre, aunque ya se hayan esfumado para siempre.
Estos recuerdos, todos los recuerdos, son lo que valen en verdad. Gloriosamente ellos no son materializables y su esencia es tan etérea como ellos mismos, lo que los salvaguarda para siempre de poder ser trivializados por su repetición y consumo infinitos.
Almendra escribe esto como bálsamo.
La memoria es engañosa y, con el paso del tiempo, parece destilar finamente cada momento experimentado hasta conservar sólo el fino licor de aquello que nos ha hecho felices.
Pero los destilados, sabemos de sobra, son un perfeccionamiento y a veces –casi siempre- los recuerdos puros, aunque manchados de realidad, son más hermosos por su carácter de concretos y no ideales.
Así, al tiempo se lo lleva el tiempo y cada segundo es único e irrepetible y la memoria selecciona y por tanto no es tan fiel y el tiempo también se lleva a los recuerdos y entonces aquí y ahora…
Escribir cuando aún conserva el dulce sabor de las letras de Spinetta en la boca. Cuando todavía la impecable melodía de la música siempre presente, siempre compañera y testigo, resuena en su mente y acaricia sus oídos.
Escribir porque comprende que no hay nada material que pueda llevarse esta noche que vaya a permitirle recordar tanta perfección improvisada. Ni -¡por suerte!- repetirla cuál copia en carbónico.
La única salida a tanta desesperación irremediable es este intento de madrugada de que la sensación nunca se pierda, pues está siendo plasmada en las eternas aunque frágiles palabras de su percepción.
Eternas pues enmarcaran este momento para siempre, pero frágiles pues cualquier capricho del azar podría lograr que sucumbieran y así habrían existido y existirían por siempre, pero ya no materialmente sino en la mente de aquellos que las hayan absorbido a tiempo. Y tal vez esa desaparición terrenal unida a su perduración extrasensorial sea el punto culmine de su función primera y original, su acato más acérrimo.
El permitir que la sustancia ingrese en su sistema y sentir cómo flota inmaculada a través de este momento y este lugar. Y hablar, permitirse extraer cada sensación que le provoca el pasado y la nostalgia por no haber sido parte de él.
La comprensión ahora, finalmente, después de tanto tiempo -¿tanto tiempo?-.
Como son invaluables las horas sentados a orillas de un lago, a pesar del viento y la tierra; a pesar de que el piso es frío y duro; a pesar de la tristeza.
Cómo cambiar los sonidos perfectos con esa perfección que otorga la humildad de no saber todos los acordes o la letra completa, por el lugar que, aún atestado de personas, es una oda al individualismo y la descomunión totales.
Cómo preferir lo congelado en el tiempo, aquello que no ha cambiado junto a ellas sino que se ha conservado intacto como si los años no pasaran jamás, a esto que es ellas ahora, a pesar de que pueda aparecerse como acogedoramente desconocido e inexplicable.
Cómo escuchar y revivir otros cantos de las mismas canciones y no pensar que es justo lo que debe escuchar por la paz que ha alcanzado y no pensar ya en lo otro que ya no es ella, sino en algo más reciente y que añora sinceramente.
Cómo ser las que eran, las que ellos creen que son, cuando ya son otras a pesar de que aún sean las que fueron.

Cómo ser la que crees que soy cuando ya soy otra aún cuando todavía soy quién pensás que soy.

viernes, marzo 13, 2009

Tal vez tras tantas largas horas de soledad, leyendo y estando sola, sola con ella, sola, leyendo y sola de nuevo haya alcanzado esa verdad, su verdad, la verdad.
No exponerse.
Tan fácil, tan sencillo, tan simple explicación de esos miles de por qués, que, como siempre, vienen a generar crisis histéricas hacia el interior suyo, de ella.
No exponerse… y así, en cierta forma, no ser nadie.
Si, tienen criterio editorial.
Si, saben lo que quieren, cómo lo quieren y cómo debe hacerse… ¿saben hacerlo?, ¿son capaces de hacerlo?... ¿es ella capaz de hacerlo?
Hacer lo que sea, lo necesario, todo.
No exponerse.
Criticar, no desde la práctica, sino desde la teoría…
Si, ella sabe, ellos saben…
¿Lo hacen?
Y así nunca alcanzar ese compromiso que le está siendo tan solicitado últimamente. Un compromiso desde la formación, yo te digo que esto es así y es así, vos hacelo como yo te digo que va a estar bien… no, yo no lo hago, ¿cómo lo sé?, simplemente lo sé.
Pero, ¿no es esto precisamente lo que no se cansa de criticar?, esa formación vacía de experiencia que forma, si, da forma… forma igual a la suya, deformando en algún punto. Formación acrítica, ahistórica, apolítica…-no, ya sé, no apolítica, eso sería imposible-, pero vacía… esa es la idea, hermosa, perfecta, pero vacía de contenido.
¿No fue siempre lo que ella quiso hacer dudar, cuestionar, conocer y, como final lógico de tan perfecto proceso, tomar postura?...
No, mi vida, no se puede quedar bien con dios y con el diablo… la crítica por la crítica misma no crea nada…
¿Qué has creado recientemente?, ¿qué estás ayudando a construir?...
Si, tu conciencia, pero, ¿no va siendo hora de que te inclines finalmente por algo?, algo, algo que seas vos…