martes, diciembre 09, 2008

Adiós

"Las despedidas son de esos dolores dulces"
Carlos Solari
Fue así, súbitamente.
Todo aquello que había sido alguna vez sólo superficial y casi sin sentido, todo se vio envuelto por la más espesa bruma… casi como si la noche nos hubiese sorprendido en el pleno medio día del domingo, aún cuando el sol abrasante de enero luchara contra ella, la gruesa pared, sutilmente transparente aunque impenetrable para mi, cayó entre nosotras.
Y ya no pude seguirte, ni acompañarte.
Ya no puedo escuchar a Lanata; ya no podemos leer a Caparrós; ya no voy a llegar justo para que me ofrezcas un mate; ya no vas a preguntarme qué pienso de la última locura de Cristinita, que tan soberbia te parecía, típica seudo peronista o justicialista, o lo que sea, que ya sabemos, siempre supimos, cómo son y cómo pueden ser…
Te fuiste… tomaste todo el dolor que guardábamos dentro nuestro… lo cargaste sobre tu cuerpo, y te fuiste.
Y no puedo acompañarte.
Ahora es mi cuerpo el que responde. Dormíamos profundamente, sin almohada, con la radio prendida.
Ahora no puedo dormir.
Casi un mes y un duermo, no quiero, no puedo, no tengo ganas, no duermo…
Y te extraño.
Y pasó lo que siempre me pasa, no tomo conciencia hasta que sucede.
Nunca supe cuánto podía llegar a extrañar tu ausencia… esta ausencia, que es real, definitiva e implacable… no la otra, que tanto quería, que tanto nos gustaba porque sabíamos que era nuestra forma, que nosotras sabíamos cuándo, dónde y por qué nos veríamos y nada más importaba…
Me consuelan, o eso intentan, y está bien, los dejo…
Al menos ahora sabemos el momento exacto, o el lugar preciso en el que nos volveremos a ver…
O eso me dicen… cómo hago para decirles que no creo en eso, que no me consuela… que no, no estás… ni acá, ni allá, ni en ningún lugar…
Que no tengo fe que pueda revivirte, o mantenerte viva e inmaculada esperándome hasta ese día en el que estemos juntas de nuevo…
Que sólo puedo recordarte, y aún eso me llena de dolor y de ira, porque no quiero tener que recordarte… quiero verte….
Si, ya sé, es mucho pedir.
Este silencio eterno se me hace insoportable….
Y te extraño.
Y me consuelan.
Así, he sido beneficiaría de un acto de justicia de alguien que vio en el último momento, que no debía distraerme del hecho de que esto ocurriría irremediablemente…
Vino, se sentó, me pidió permiso como hace a menudo y, entre silencios y mates, me contó su historia…
Y sentí que si… que la vida, el azar, las personas o lo que sea fueron mil veces más injustas con él que conmigo… y eso sí, me alivia, me distrae, me consuela… por un segundo al menos.
Dos que comparten mucho aún siendo irreconciliablemente diferentes decidieron por mí que mi tristeza no debía ser tal. Que las alegrías valen eternamente y que el dolor se mitiga y se esfuma pacíficamente en el aire… como si la bruma desapareciese y yo fuera capaz de verte nuevamente con claridad…
Pero no.
Nunca leíste nada de lo que he escrito. Supongo que nada era lo suficientemente bueno para tus ojos. Vos más que nadie verías que eso… esto, no termina de ser quien soy.
Después de dos meses volver a escribir es… casi como el comienzo.
Escribir es que el pecho no se me comprima ya en esta línea… y era, para ser justa, el desahogo… deje de lado la frialdad de esta máquina de la que tan amiga me he vuelto últimamente, y volví a mi lapicera y el cuaderno para inmortalizar esto… la máxima expresión de mi, de mi dolor, de mi furia…
Al menos un intento de decir algo, sacar algo de mi… por más despreciable que sea, merecía la humildad de mi parte de que fuera mi letra la que lo expresara.
Escribirlo, publicarlo y dejarlo atrás… en un intento desesperado de superar nuevamente esto que nunca seré capaz de entender…
Pero te extraño.
Nunca dejaré de hacerlo.

viernes, noviembre 07, 2008

El día que no entrevistamos a Galeano

Pensé mil formas de comenzar este escrito.
Con una mentira, con un cuento, con una descripción.
Finalmente me di cuenta de que el mejor homenaje es el más simple. Como él.
No podríamos entrevistarlo. No. Venía de Montevideo, cansado. Y claro, mil entrevistas, a todos.
García Marquéz diría que uno responde siempre lo mismo, y termina por inventar nuevas formas de decir las cosas… pues casi nunca llega un entrevistador a la altura de uno como para desestructurar al entrevistado y elevarlo de las preguntas ya armadas que conllevan respuestas iguales.
Entonces, nos conformamos con escucharlo y grabarlo… y verlo, verlo en esa falsa cercanía que alegremente nos miente en ocasiones como esta.
Fue el broche dorado de un evento lamentablemente poco difundido, paradoja (¿incomprensible?) de la Facultad de Periodismo, y él me dejó boquiabierta como pocas veces antes.
Leo y creo que sólo las palabras escritas pueden transmitirme eso… esa pasión, esa simplicidad, ese amor por la escritura misma. Pero hoy, él, me demostró lo contrario.
Sentado entre tantos nombres de peso aparentemente comparable al suyo, al menos dentro del mundo increíblemente cerrado que es nuestra casa de estudios (otra vez la paradoja), él era un gigante.
Un gigante, si. Como su amigo, el monstruo que era un gigante.
Y lo fue por esa humildad, no de quién reniega de lo que ha hecho, sino de aquel que sabe que lo pasado es historia, inolvidable si, pero ya menos relevante, pues lo que verdaderamente importa es el presente y lo que hagamos por cambiar el futuro.
Un gigante que entró a la Sala Auditorio que lo recibió para otorgarle un premio nombrado como otro gigante, con un estallido de aplausos. Y él simplemente sonrió cálidamente, como mejor le sale, y aplaudió también.
Un gigante que, sentado a la mesa con el sol en la cara, observó a las decenas de jóvenes que lo contemplaban desde afuera del edificio a través de los ventanales, y susurro al oído de Tristán Bauer, fascinado: “miralos, apostados como en una cancha de futbol, asomados tras el sol y mirando por la ventana”. Construcción que de tan simple era poética.
Un gigante que pidió permiso (¡!) para “cometer un imperdonable acto de mala educación” y rogar que no se leyera su biografía.
La ciudad de La Plata lo había nombrado huésped ilustre y, con la ordenanza leída al inicio del acto, toda esa avalancha de información llovió sobre el público que no necesitaba oírla, pues ya la conocíamos de sobra y él, no sé si lo sabía, porque su argumento fue más personal y, como yo presentía (¿o deseaba?), narrado… pues empiezo a vislumbrar aquello que me maravilla… las descripciones y comparaciones que terminan por permitirme comprender el mundo en el que vivo a través de la forma más sencillamente compleja posible: la palabra.
Entonces comparó la sensación que tiene cada vez que oye que hablan de él “con una viuda que, según contó Chaplin en su autobiografía, fue con su hijito al cementerio adonde iban a enterrar a su difunto marido y ella escuchó los elogios fúnebres y le dijo al hijo: “vamos nene que nos equivocamos de muerto”.
Las risas y los aplausos fueron, una vez más, de agradecimiento y distinción frente a una humildad que tan sólo (¿tan sólo?) inspira un respeto atroz.
Pero no ese respeto de quién teme o desea conservar intacto a alguien… sino aquel que le tenemos a los abuelos, quienes a la vez que nos enternecen por su fragilidad, nos dejan sin aliento cuando nos demuestran que realmente tienen tantos años como aparentan pero que han vivido cosas que sólo les han costado vida.
Y él, como mi abuelo, sentado allí nos contó un cuento.
Y fue vivir en carne propia la experiencia de oír en directo a un verdadero cuenta cuentos. Uno que, al igual que en ese pasado lejano e incomprensible que nos significa la Edad Media en el que “las gentes sabían de su pasado a través de los cuentos, explicaban su presente contándose cuentos y predecían su futuro con cuentos”, tuvo “el mejor lugar de la casa junto al fuego” para, cálidamente, aspirar a que conozcamos algo más de Rodolfo Walsh, a quién también admiramos, pero poco conocemos.
Quiero recordar algo que me contó el sultán de Persia. Me lo contó hace mil años pero era una historia tan buena que nunca la olvidé.
El sultán me contó que él no conocía las berenjenas. Nunca había probado ninguna berenjena y alguien trajo esa novedad y entonces él se hizo servir berenjenas aderezadas con unas hierbas del Nilo y otras maravillas y le encantó y dijo “que rico, que rico”.
Y en seguida el poeta de la corte exaltó las virtudes de la berenjena, que tanto bien hacen a la boca y que en el lecho operan prodigios. Porque para las proezas del amor, decía el poeta de la corte, la berenjena es mejor que el polvo del diente de tigre o el cuerno rallado de rinoceronte.
Y siguió comiendo el sultán, dos bocados, tres… y al cuarto ya no tenía la misma opinión y dijo “que porquería”.
Y de inmediato, el poeta de la corte maldijo a la berenjena y dijo que, en efecto, la berenjena castigaba el estómago y además llenaba las cabezas de malos pensamientos y empujaba a los hombres virtuosos a los abismos del delirio, la locura y la perdición.
Y entonces uno de estos personajes así, de mala leche, que nunca faltan, se acercó y le susurró, bajito le dijo: “oíme poeta, pero hace unos minutos enviaste a la berenjena al paraíso y ahora la estás arrojando al infierno”.
Y el poeta dijo: “es que yo soy cortesano del sultán, no soy cortesano de la berenjena.
Y estos premios que nos reúnen hoy en esta hermosa jornada, son premios que llevan el mejor de los nombres posibles, pues llevan el nombre de un poeta que no fue cortesano de ningún sultán
”.
Y así y allí se unieron perfectamente.
El poeta que no fue cortesano de ningún sultán y el sentí pensante; ambos enormes personajes a quienes estoy y estaré profundamente agradecida siempre.
Y a Eduardo Galeano en particular, pues hoy me ha devuelto la alegría. El verlo y oírlo hablar de él y de Walsh me recordaron que se pueden vivir cosas terribles sin dejar nunca de ser uno.
Hace un mes que no escribo… hace un mes que no soy yo.
Hoy, gracias, porque pude sentarme con el corazón galopando en mi pecho y permitir a mis dedos narrar esto y desear seguir escribiendo.
Mis palabras son mínimas, lo sé, pero aspiran a convertirse en ese oficio terrestre de todos los posibles, que describió Walsh y llevó adelante junto a Galeano y a tantos otros…
Estas letras que aún no son nada buscan, junto a su autora, alcanzar algún día la categoría jamás mejor conceptualizada de violentas, como dijo Rodolfo Walsh: ese violento oficio de escribir.

viernes, octubre 17, 2008

Medios de información y Desarrollo de la sexualidad:

Entre la antagonía y la disociación imposible
Por Celeste Lucca
Día tras día nos bombardean los discursos trans-mediáticos con frases armadas y obvias con respecto al grado irrestricto de violencia y sexo explícito que transmiten los medios.
Haciendo un rastrillaje de diagnóstico sólo por algunas páginas de internet de Argentina encontramos frases como la siguiente: “es indudable que, (la televisión) en su mayoría, transmite mensajes que promueven la violencia, una sexualidad explícita carente de valores como el amor y el respeto por las personas”[1].
Ahora pregunto: ¿es esto tan así?
Pareciera ser que el enorme negocio de los dueños de los canales de televisión se basara en programas dañinos que lo único que buscan es satisfacer la búsqueda insaciable que tiene la masa por ver morbo puro y duro: sexo, drogas, excesos, violencia, todo a niveles increíbles (¿increíbles?).
Pensado desde esta óptica pecamos de hipócritas.
No es noticia: vivimos en una sociedad capitalista y los medios son empresas. Como tales, buscan vender. Si, vender, convencer a personas como nosotros de que necesitamos su producto para vivir mejor y ser felices.
Como buenos vendedores, saben lo que sus clientes son propensos a consumir y explotan ese saber. Porque la paradoja está en que nos la pasamos criticando los programas que llamamos “basura”, “inmorales”, “violentos”, pero esos programas son los mismos que estallan los puntos de rating, entonces ¿qué falla en este diagrama?
Pareciera ser que todos hubiéramos leído a Louis Althusser, teórico marxista, y supiéramos que la televisión está en el mundo para que el Estado controle lo que pensamos.
Debo reconocer que en esta sociedad mediatizada en la que los jóvenes tienen cada vez mayor contacto con aparatos electrónicos e internet y menos con sus padres y otras personas en ámbitos por fuera de lo virtual, la exposición constante e indiscriminada a estos temas no contribuye a una formación crítica y acabada en torno a la sexualidad.
En todo caso el acento debería ser puesto, no tanto en los contenidos que trasmiten los canales de televisión sino las nuevas relaciones sociales que la globalización ha generado y cómo lograr mantener un equilibrio entre el taladro inagotable de los medios y las charlas con los maestros, los padres, los amigos.
A la velocidad atroz con la que los cambios se producen en esta era debemos encontrar las formas de aggiornar nuestras prácticas para así no caer ni en la paranoia de creer que todo lo nuevo es fatal, ni en la confianza ciega en que las tecnologías pueden ser la solución y salvación a nuestros problemas.
Es en este marco que los procesos de taller en espacios formales como lo es el CPEM Nº 28, cobran más importancia que nunca.
La posibilidad de encontrarse con amigos, compañeros y profesores en calidad de pares a discutir acerca de los temas que más preocupan a las distintas generaciones con respecto a la sexualidad, es una oportunidad única que, lamentablemente, no es lo suficientemente retomada como ejemplo a seguir.
Un espacio tan acabado en cuanto a discusión así como a las formas de lograr el proceso de construcción que caracteriza a los talleres como lo es el de sexualidad, debe ser aprovechado al máximo, tanto por sus coordinadores como por los partícipes.
Es más sencillo de lo que creemos: el poder de elegir qué vemos y qué consumen nuestros hijos está en nosotros. Sólo necesitamos dirigir el control remoto directamente a la pantalla y cambiar de canal; o mejor, apagar la tele y leer un buen libro (seguramente ellos no transmitirán ni violencia, ni sexo explícito, y aún más seguro es el hecho de que lo que sea que nos imaginemos no será más vívido que verlo, ¿o me equivoco?).

[1] www.monografias.com, “Sexualidad y medios de comunicación”, Erik Cabezas Martínez
NdA: Este texto fue escrito a pedido de la profesora Stella Maris Cussinato y será publicado en la cuarta edición de la revista del taller de sexualidad del Centro Para la Enseñanza Media Nº 28 de San Martín de los Andes, del cual formé parte durante cuatro años...

jueves, septiembre 25, 2008

Ella, presente

La desesperante ansiedad que la ahogaba desde hacía ya seis días se tradujo en un llanto incontrolable cuando el momento del encuentro tan esperado llegó.
Feliz era la situación, más no así las circunstancias que la provocaron.
Vestida con la remera negra desgastada y el pantalón de algodón beige que usa cuando está en su casa, descendió acelerada las escaleras al oír el timbre.
Tras la puerta de rejas blancas aguardaban su padre, su madre y sus dos hermanos.
Los cinco se estrellaron en un único abrazo.
Estaban juntos de nuevo.
Entre lágrimas colectivas e intermitentes traspasaron la puerta de entrada al departamento y se sentaron.
La charla programada y las preguntas irrelevantes aunque necesarias acerca del viaje se fundieron con el sonido de la canilla dejando caer el agua en la pava, la tapa de ésta cerrando el hueco superior y el golpe del metal de la hornalla al apoyarla y encender el fuego.
Y hablaron. Hablaron de los trabajos, las renuncias, el tango, los mapuches, las clases de cívica y matemática, los proyectos de voluntariado y los deseos de cada uno.
Sacudir la yerba, sebar un mate, pasarlo, tomarlo, devolverlo… todas acciones destinadas a unirlos aún más en su dolor. La oportunidad de contar, relatar, llorar… y sentirse mejor.
No discutieron lo extraño del momento. Lo anormal de estar los cinco juntos como hacía años que no estaban. Al parecer, no era necesario.
Hay ciertas cosas que se sienten a pesar de ser invisibles y que deben permanecer así: vírgenes e inalteradas sin ser materializadas nunca mediante la palabra.
Durante horas disfrutaron de ese momento robado al tiempo de sus aceleradas vidas.
Cuando los ojos comenzaron a flaquear en su esforzado intento por ocultar el cansancio, se rindieron a lo inevitable, se despidieron y se acostaron a dormir.
La misa de la noche anterior se repitió por la mañana con una atmósfera infinitamente más liviana y relajada; un clima de esos que permiten los días cuando nacen y mientras perdura el falso olvido con que la noche cubre, al menos por un tiempo, los fantasmas que nos persiguen.
Por la tarde, ella deberá ir a trabajar, como todos los días.
Ellos recorrerán, mientras tanto, los 40 kilómetros que los separan de la clínica dónde la madre, la abuela, la ex suegra agoniza sin saberlo.

N. A.: Este texto fue escrito en el marco del Seminario de Informe Especial y respondía a la consigna de describir un encuentro… no es un texto que me termine de gustar, tal vez algunos párrafos aislados, pero bueno, ustedes dirán. Y, como ya dije antes, estoy monotemática, sepan disculpar...

jueves, septiembre 18, 2008

El lugar y la persona

El lugar

Luego de una escalera que guía hasta un primer piso, y un pasillo con múltiples aberturas que se abren y cierran a ambos lados, al final del corredor, sobre la derecha de una ventana, la puerta de la habitación 123 se encuentra abierta.
El espacio comprendido por sus cuatro paredes alcanzaría para albergar una única cama con algún que otro sillón para las visitas y el lugar necesario para las maniobras de emergencia que pudieran ser necesarias; pero no es así. Al contrario.
Las dos camas mellizas, blancas y pulcras, que se acompañan paralelas en el interior de la habitación, la tornan pequeña e incómoda para todo tipo de movimiento que se intente realizar. La lentitud y cuidado que se requieren para desplazarse en ella, llevan a pensar en la odisea que implicaría llevar hasta el paciente más alejado de la puerta los elementos y las personas que demandaría evitar una convulsión o, por qué no, un ataque cardíaco.
Sobre la pared derecha a una distancia de menos de un metro se encuentra la abertura que da paso al baño cuyas dimensiones guardan una visible relación proporcional con la habitación a la cual corresponde.
El lugar entero pareciera irradiar lavandina diluida cuyo inconfundible aroma se filtra hasta lo más profundo de las fosas nasales. Tanto las paredes como el piso, con sus colores blanco y beige difuminados se ven impecables. Pueden percibirse a contra luz, incluso, las marcas recientes de los paños con que fueron higienizados.
Ambas camas están ocupadas por dos mujeres de edad, que descansan con las cabeceras reposadas sobre la misma pared del baño.
A la izquierda, el trayecto que sirve de mini pasillo para desplazarse entre las camas permite el paso de una persona por vez. En el centro exacto del espacio entre las dos camas, el corredorcito se ve mínimamente obstaculizado por un armatoste de frío y grueso metal negro que sostiene casi a la altura del techo un televisor que se encuentra apagado. El pequeño cartel pegado al costado de una ranura para monedas en ese soporte, informa acerca del valor del encendido del aparato: 1 peso la hora; 5 pesos el día.
Sobre la pared opuesta a la puerta de acceso al lugar, una ventana permite que unos pequeños hilos provenientes de la luz de la tarde bonaerense ingresen en la habitación. Esa es toda la iluminación que parecen permitir las pacientes a esta hora, para que los brillantes focos eléctricos no disturben su sueño post almuerzo.
Las cortinas denuncian una brisa aún invernal que penetra débil y casi imperceptible, refrescando el ambiente.
Al igual que el olor a lavandina, la baja temperatura que se mantiene da la misma sensación de esterilidad absoluta.
En la habitación todo es calma. Sólo se oyen los susurros de las conversaciones entre los acompañantes y las pacientes, que son suaves y pausados pues buscan no perturbar la tranquilidad del lugar.
Los escasos sonidos que quiebran aquel silencio provienen, apagados, del resto de la clínica. La risa de algún niño que ha entrado sin que el guardia se percatara, pues los menores de 12 años no deben ingresar a esta zona del establecimiento; el llanto solapado de un interno en la habitación contigua; los pasos apresurados de médicos y enfermeras; los sonidos que producen los encargados de la limpieza: la manija de un balde de plástico que cae y golpea el borde o el agua siendo abatida por el trapo de piso.
Durante la hora de las visitas es el único momento en el cual el ambiente entero del lugar cambia por completo.
Los pasillos y las habitaciones se colman de personas que hablan, ríen y lloran.
Al menos por un rato, la calma expectante que provoca el desconocer la razón por la cual nos encontramos aquí, así como el lugar hasta el que dicha situación nos guiará, parece desaparecer.
El dolor, el sufrimiento, incluso la muerte, tan presentes en estos lugares, son combatidos y olvidados... al menos por una hora cada día.

La persona

La desconozco recostada en esta cama de hospital.
Ella que es tan vivaz y movediza. Ella a la que le es imposible permanecer quieta e inactiva en el mismo lugar durante mucho tiempo.
Ella ahora está encadenada a esta cama, a este lugar, a este momento.
Sus ataduras son su propio cuerpo que no le responde como ella quisiera.
Al verme se sienta. Sus labios se permiten una sonrisa. Intenta tranquilizarme, y yo la dejo engañarse, creer que compro esa apariencia que me vende, como si no la conociera.
Sentada sobre el colchón, con ambas piernas estiradas, parece más chiquita que su metro 60 de estatura.
El escenario con todos sus elementos debe ser el que engaña mi percepción.
La arrugada piel de su rostro denota su edad que triplica mis 20 años, nada más.
Veo en sus ojos los míos, el mismo color de las almendras, aunque las de ella están ligeramente más tostadas. Aún así, su mirada parece ser más profunda, los años se la han acentuado, y este momento se la ha entristecido.
Se toca el pelo canoso y corto a la vez que intenta contener un bostezo y me cuenta acerca de la situación que la llevó aquí. Como uno de sus brazos enloqueció estando sola en su casa a la noche, como siempre. Y como supo que algo no estaba bien.
Está cansada, y se nota.
No puedo, ni quiero evitar acariciarla suavemente. La veo tan débil, tan indefensa.
Siento el olor de su piel al besarle la frente. No lleva el perfume que la caracteriza y que tanto le gusta.
Ella tan pudorosa, ahora me deja verla con su camisolín de algodón rosa.
No lleva ni su reloj ni su crucifijo, aunque mantiene la costumbre de llevarse la mano al cuello para tocarlo. Cuando lo hace, el bajo escote del camisón desciende aún más, y la cicatriz de la cirugía que le ha extirpado uno de sus pechos se ve claramente.
En lugar de ocultarla, la mira para luego mirarme directamente a los ojos e intentar sonreír otra vez.
Su piel y su cuerpo, tan libres y sueltos normalmente, ahora se encuentran henchidos y tirantes por la cantidad constante de suero y medicamentos que debe recibir.
No es ella y no lo será, pues, por ahora, no lo tiene permitido.
Quién puede saberlo, tal vez nunca más lo sea...
NdA: estas descripciones respondieron a dos consignas del Seminario de Informe Especial, de la FP y CS de la UNLP; hay una tercera, que corresponde a una situacion y sera publicada mas adelante... y si, estoy monotematica, sepan disculpar...

martes, agosto 26, 2008

Instrucciones para llorar

Julio Cortázar, "Historias de cronopios y de famas"
Instrucciones para llorar. Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Recuerdos

Recuerdos que no son míos, nunca lo serán... y sin embargo, no puedo evitar tener.
Será posible...
Será que esta tristeza que me invade hoy se debe a que ya no estás en el mismo mundo que yo,
a que tus muchas ideas, palabras, risas... a tu voz que logra calmarme hasta un punto inexplicable, nunca será parte de mi vida más que por tus libros y discos...
Será la melancolía irremediable de sentirte tan sólo a través de Oliveira, de ese tal Lucas, de las esperanzas (¿querrás decirme algo?), de tus instrucciones (que parecen intentar lograr que entienda que el mundo puede llegar a ser tan complicado que requiero de una hoja firmada por vos para comprender cómo subir una escalera), de un librito tuyo para querer saber cómo es Nicaragua, todos tus escritos leídos por vos para aprender a hablar en francés, de Rayuela para desear ser una bohemia inocente e ingenua que, sin tener para comer, vea morir a su bebé sin poder impedirlo y lo único que ame, además de a él, sea a vos...
Si, es.
Mi melancolía de hoy es por cómo te quiero, sin haberte visto ni una vez...
Será que sos mi ideal, pues sé que jamás podré alcanzarte... condición indispensable para amarte como a nadie...
Nunca veré en vos lo que tanto deseo ver... tal vez sea eso, precisamente, lo que me mantenga a tu lado para siempre...


A Julio Florencio Cortázar, argentino nacido en la embajada argentina de Bruselas un 26 de agosto, 94 años atrás. Medio de acá, medio de allá, medio de otros lugares.
Y si, completa y necesariamente platónico, para que mi psicóloga se dé un festín analizándome.
Y ustedes, ni hablar...

viernes, agosto 22, 2008

La Palabra

Cómo podría intentar expresar con palabras la sensación…
Temblar por dentro, que se erice hasta el último cabello de la base de mi nuca; que necesite contener la respiración, cerrar los ojos y permitirle a las lágrimas vencer las barreras de mis párpados…
Un llanto solapado, lento y anónimo.
Uno más que busca (¿inútilmente?) que tantas aberraciones no hayan sucedido…
Un llanto que grita perdón sin emitir sonido alguno…
Perdón pues tanto dolor fue causado por personas a las que no puedo evitar sentir parte de mi… por ser parte del pasado que, inevitablemente, me ha formado…
Perdón pues ellos fueron la personificación misma, la demostración viviente de que poseemos en nuestro interior lo mejor y lo peor de la humanidad…
Perdón pues asesinaron a otros que no fueron míos, pero lo son y lo serán para siempre…
Perdón pues se arrepintieron… y demasiado tarde…
Perdón pues no se arrepintieron nunca…
Perdón pues pervirtieron a tantas personas a las que sin llegar a comprender por qué, nunca podré dejar de amar… y su dolor, sus marcas, sus gritos, su lucha, sus vidas… sus muertes me hacen quién soy…
A pesar de no considerar justo expresar estas atrocidades con palabras, lo hago.
Si callamos, no luchamos… nos volvemos cómplices.

NUNCA MÁS
Publicado originalmente en www.elclubdelaserpientelp.blogspot.com

jueves, agosto 14, 2008

Pieles


“La ventana se abrió,
los ruidos llegaron desde lejos.
Claro, de lejos, si todo estaba
lejos de ellos”
L.D.P. 13/06/08

Y comenzar a comprender la frágil inseguridad que oculta tanta decisión avasalladora…
Te han herido tan profundamente y tantas veces antes que no le permitirás acercarse… muy adentro sabés que él también te lastimará, cuando la primera oportunidad tentadora le guiñe un ojo pidiéndole brincar de una vez a la cama con ella.
Tantas veces se creyó victima.
Tantas veces te observó impenetrable e imponente frente a él. Y se tragó sin chistar los lineamientos rígidos de tu postura.
Ahora observa impasible. Por dentro ríe… lentamente comprende.
Tantas veces te has quitado la ropa con sumisa facilidad frente a él. Siempre demostrando esa seguridad repugnante… como si supieras que cuanta más piel le permitas ver, menos de tu alma será capaz alcanzar.
Y ese momento sublime en el que, caminando ligera a través de la ciudad, sepas… sientas adentro tuyo, que el mundo entero te responde.
Tras lo cual comprenderás que tamaño poder conlleva, irremediablemente, la voluntad y la potestad de perderlo todo. Todo, en tan sólo un abrir y cerrar de ese hermoso par de almendras que iluminan cada paso tanto ilusorio como real que te propones dar.
Y lo miras, las dos palabras brotan de tus labios sin siquiera pedirte permiso a vos misma.
Buscas la reacción, porque la conoces de ante mano… vilmente disfrutas provocándolo, rozando el abuso.
Una vez más, te guías por tu máxima irrevocable de la sinceridad brutal… esperando que alguna vez vean que fino que es ese arte que tan perfectamente has desarrollado… aquel en el cual te ocultas mostrándote como nadie.



jueves, julio 31, 2008

Renacer

Una vez concretado aquel deseo tantas veces antes despreciado por miles, comprendió que se había equivocado una vez más.
Había pensado que el no haber consumado el placer por completo la llevaría inexorablemente a olvidarlo, como a tantos otros antes, para luego confiarse en su error. Lo acaecido la había condenado a nunca olvidar lo ocurrido, y a deambular por los oscuros pasillos de su mente preguntándose como habría sido el amorío completo, de materializarse efectivamente.
Ahora el deseo se concretaba. El placer era firme y real.
El idilio se materializaba fuertemente.
Pero con alguien más.
Allí se encontraba el error, la diferencia, el fallo en los cálculos.
Habían compartido todas las formas posibles para ocultar sus encuentros…. Y jamás llegarían a ponerlas en práctica.
No ellos, al menos.
No ellos, juntos, ellos.
Serían ellos junto a otros.
Ellos y otros vivirían lo que ellos no habían vivido juntos, pero sí.
Ella sería quién había querido ser con él… pero con otro.

¿Sería ella?...

Ahora siente como sí…

Siente como si…

Como si…

Si…

Siente (que no es poco).

martes, julio 22, 2008

Vivir y vos me das vida

"El que abandona no tiene premio"
Carlos "Indio "Solari
5 de julio, Hipódromo de Tandil
Pre script: Este texto nació la noche del 12 de julio, en un bar de La Plata, luego de presenciar un recital de la banda tributo a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, "Etiqueta Negra".
A ellos mis felicitaciones y agradecimiento. Me movilizaron tanto que de su fuerza, unida irremediablemente a la de los redondos, nació esto que sigue a continuación.

La ansiedad que colmó la tarde se traduce en violenta muestra de esa liberación que había permanecido agazapada y expectante… a la sutil espera del momento preciso en el que pudiera romper sus cadenas...

(Y en lo único en lo que pensaba era en vos)

Con el cuerpo íntegramente sudado y temblando incontrolablemente siente ese placer infinito que sigue luego de hacer el amor de esa forma tan astral y etérea… sólo el ser y la música.
Hordas fieles comienzan el ritual.
Son pocos, pocos para los miles que los reales llevan detrás.
Pero muchos, cientos frente a otros.
Y la mística, la magia se materializa. Adquiere cuerpo como tantas veces antes. Antes para ellos, los mismos, los otros… Antes para los reales, los originales.
Sin creer que fuera eso posible, esa mujer se para al menos por un segundo a observar lo más objetivamente que puede, aunque sabe que no puede; (pero quiere), la procesión.
Observa, escucha y no puede evitar unirse. La fuerza es extremadamente potente, y los cánticos resuenan en su alma

“ricotera hasta que me muera”…

(Y esa sonrisa, de costado, cómplice que pide, no… ruega que no sólo escuches, y sientas, sino que entiendas, que veas el trasfondo, que lo traslades más allá… que te indignes, que grites… y que hagas algo)

Es casi como si fueran ellos allí, una vez más.
Es un deseo multiplicado y exponenciado por cada alma, de las nuevas y de esas que siempre estuvieron y nunca cesan de gritar al compás...
Los gritos desmedidos de esas miles de bombas pequeñitas (y ya no tanto), que ponen el cuerpo en cada encuentro, unidos por un sentimiento… una existencia abstractamente física, que desconoce clases, vestimentas y geografías… pero presenta, como único aunque excluyente requisito, la sensibilidad física, intelectual, y, por sobre todas las cosas, espiritual frente a ella.
El rito exige la transparencia y porosidad de las almas, mentes y cuerpos presentes… Como mínimo, dejate llevar… como máximo, reaccioná. Y no sólo con el grito (que ya es mucho), sino ese último paso que termina definiendo tu ser, de una vez y, (nunca para siempre, pues las circunstancias nos redefinen, pero sí) al menos en ese (y por ese) instante absoluto de pasión incontenible…

¿No vas a volver?, ¿no vas a concederme, al menos una vez, el placer de verte y sentirte, a vos y no a otro, de verdad?

Una esperanza y una necesidad inabarcable de expresión a la máxima potencia…
El enojo, y esa corriente colectiva que enloquece exquisitamente.
Y si, la magia y la poesía increíble de ellos… de aquellos que sienten y sufren el mundo en el que viven, y no encuentran forma más acabada que escribir... y describir… infinita y simplemente comunicar.

jueves, julio 17, 2008

Rozando los límites difusos de la desesperación

Necesita más.
A dos segundos de enojarse, de pronto comprende que no. No puede, no debe, no tiene derecho, no le corresponde.
Sería darle formalidad a algo que no está destinado a tenerla. Y lo entiende, lo ve… ¿cómo hacer para sentirlo?...
Dónde está el límite.
Comenzando…
Y si… que pasará si… si no distingue el límite.
Si no ve ese punto exacto y absoluto en el que todo se confunde. En el que ésto, que no es nada, deje de serlo.
Cómo volver a la rutina.
Cómo volver a ser ella.
“No dejas de ser quién sos por una simple cosa que hagas distinta. Seguís ahí, no veo que hayas cambiado sustancialmente”…
Pero sí, ha cambiado.
¿Cómo no hacerlo?
Cómo ser la misma después de tanto mimo cariñoso; después de tanto beso empapado de una pasión irrefrenable…
Cómo ser la misma.
Cómo dejar de sentirse disociada entre dos mundos, dos vidas, dos elecciones.
Elecciones que están, se sienten, presionan.
Elecciones a las que le es imposible escapar.
Elecciones que sin quererlo, la crucifican cada día, la comprimen desde cada rincón de su ser quitándole toda esperanza de liberación, salvo…
Salvo esos contados momentos en los que se deja llevar por los placeres infinitos que ambas le proporcionan.
Esos enormes oasis de tiempo incalculable rodeada de caricias, pasiones, risas y silencios, que son su bálsamo de todos los días… y de escasos días.
PD: ¿quién puede decirme cómo freno mi cabeza?... a veces esto duele demasiado...

miércoles, julio 16, 2008

Buscando la palabra verdadera

“No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo”
Paulo Freire

Por Celeste Lucca

Sin conocer aún los lineamientos de la materia comunicación/educación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, me uní a un proyecto de voluntariado universitario que tenía como objetivo conformarse como espacio de comunión entre la sociedad y la universidad.
“Sumando Voluntades” comenzó a gestarse en el 2007 y culminó con la aprobación del proyecto por parte de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de (por ese entonces) Educación, Ciencia y Tecnología.
El 2008 comenzó con la puesta en común de las ideas que todos los voluntarios teníamos para poder desarrollar procesos de taller estrechamente vinculados a las prácticas del oficio del periodismo tales como la realización de productos en formatos gráficos y radiofónicos.
La segunda etapa la comprendieron los primeros acercamientos a los espacios socio comunitarios con los cuales llevaríamos adelante esas aspiraciones: los comedores y copas de leche nucleados en la Asociación Centro Para la Niñez (Aso.Ce.Pa.Ni). Y por fin comenzamos con los talleres.
A la par fui descubriendo, gracias a la cátedra de comunicación/educación, a Paulo Freire quién había teorizado hacia años acerca de esas mismas cosas que yo estaba viviendo día a día con Sumando Voluntades.
De pronto, me vi asintiendo y sonriendo con su “Pedagogía del oprimido” por el asombroso parecido que pude encontrar entre sus ideas y mi experiencia.
Al fin mis pensamientos no eran sólo míos sino que las mil sensaciones que tuve a lo largo del desarrollo del proyecto habían sido ya conceptualizadas.
Así, ese proceso de los primeros encuentros con los nenes de los comedores y copas de leche de Aso.Ce.Pa.Ni. en los que comenzamos a conocernos y a ahondar en esa mutua curiosidad por nuestras formas de ver el mundo, y las cosas que de él nos interesan, era sintetizado a través de dos ideas muy concretas planteadas por Paulo Freire, ( las cuales son retomadas en el texto de Jorge Huergo “El reconocimiento del "universo vocabular" y la prealimentación"). Ellas son el estudio del “universo vocabular” y “universo temático” y la “prealimentación”.
Según Jorge Huergo “para Freire, el “universo vocabular” es el conjunto de palabras o el lenguaje con que los sujetos interpretan el mundo. Mientras que el “universo temático” contiene los temas y problemas que son más significativos para los educandos, y que tienen relación con los temas preponderantes en una época”.
Eso era lo que Sumando buscaba: conocer y reconocer a esos otros con los que trabajaríamos. Ahondar en sus prácticas, sus experiencias, sus vidas. Empaparnos de ellas y trabajar con ellos desde las nuestras. Que esos saberes hegemónicos que día a día tomamos de la Universidad, volvieran a aquellas personas que no pueden alcanzarlos, pero en un marco distinto al nuestro, uno no formal.
Ahora escribo. Teorizo a partir de la pasión y la emoción que me generó el acercarme a tantas personas que, desde lo poco que tienen, no dudaron un segundo en convidarnos abriendo sus puertas y sus corazones.
No puedo coincidir más ni con la cátedra ni con Freire frente a la importancia que le dan a la palabra.
Partiendo de la firme concepción de que no existe una teoría válida hasta que una práctica la consolida, es que creo… siento que estas reflexiones y acciones que llevamos adelante día a día son el comienzo irremplazable de esa búsqueda de poder pronunciar la palabra verdadera, para lograr, así, transformar el mundo.
Publicado originalmente en www.comeducacionando.blogspot.com como parte del parcial final de la materia Comuniación/Educación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP 16 de Julio 2008

viernes, julio 04, 2008

Adjudicación con irregularidades

Ilegalidad en el funcionamiento del Islas Malvinas

A 190 días del comienzo de la gestión, las promesas electorales de cambio se difuminan transformándose en una continuación del uso de las metodologías tan denunciadas durante el mandato de Julio Alak.

Por Celeste Lucca
Vista de frente del bar del Centro Cultural Islas Malvinas



Tras seis meses de mandato, la gestión del intendente Pablo Bruera aún no ha realizado el correspondiente llamado a licitación pública para la adjudicación de los locales gastronómicos comunales ubicados en el Centro Cultural Islas Malvinas, el pasaje Dardo Rocha, la Terminal de Ómnibus, el Paseo del Bosque y el Parque Ecológico.
Con esa omisión se viola la ley 6769/58, conocida como “Ley Orgánica de las Municipalidades”, la cual expresa en su artículo 232 que “la concesión de servicios públicos a particulares se efectuará exclusivamente por licitación pública”.
A la vez, la misma prohíbe expresamente la adjudicación de concesiones a título precario; pero en el bar del Centro Cultural Islas Malvinas, se factura a nombre de Rodrigo Alejandro Díaz, quien está catalogado como “permisionario”.
En el mencionado artículo, esta norma establece también que “no podrán acordar los servicios a particulares en forma directa, a título de permisos experimentales ni precarios o bajo cualquier otra denominación”. La única salvedad que la ley contempla es la posibilidad de expedir habilitaciones sólo en casos de emergencia.
A la vez, al no realizarse el llamado a licitación, el Ejecutivo viola la ley 10592 sobre el “Régimen Jurídico Básico e Integral para las Personas Discapacitadas”. Esta normativa, en su artículo 11, fija que “en todos los casos en que se otorgue (...) el uso de bienes de dominio público (...) de las Municipalidades para la explotación de pequeños comercios, se dará prioridad a las personas discapacitadas que puedan desempeñar tales actividades”.

Contradicciones oficiales
De acuerdo con el secretario de Gestión Pública de la ciudad de La Plata, Dr. Jorge Campanaro, un ejemplo de aquellos “casos de emergencia” lo constituye la inundación de City Bell en febrero último. Frente a situaciones de esa gravedad, la salvedad en la legislación permite eludir los llamados a licitación y contratar directamente, para dar solución al problema de la forma más rápida y eficaz posible.
En una primera instancia, el secretario había asegurado que la gestión actual llevó adelante los llamados a licitación de los locales gastronómicos en cuestión, por considerar esa medida como más “transparente” que la de otorgar permisos precarios.
Pero, al consultarle al funcionario acerca del permiso que posee Díaz, éste afirmó que el municipio debió entregarlo para evitar el cierre del bar del Centro Cultural Islas Malvinas en plena temporada estival, es decir, por un caso de “emergencia”.
En relación a esto, Campanaro explicó que no es fácil lograr que una persona se haga cargo de una concesión por tan poco tiempo. Esto implicaría que el adjudicatario deba realizar una inversión inicial difícil de ser cubierta, fundamentalmente debido a que es necesaria la compra de todos los bienes de uso del lugar; ya que los que existían pertenecían a quien lo explotaba anteriormente.
No obstante, un ex funcionario de la gestión de Julio Alak -quien pidió que su identidad se mantuviera reservada- aseguró que el bar del Centro Cultural posee bienes de uso tales como heladeras, freidoras y vajillas que pertenecen a ese espacio y por lo tanto, quien lo explota no necesitaría realizar ningún tipo de inversión en ese sentido.
En cuanto a este mismo aspecto, el secretario de Gestión Pública hizo hincapié en la presentación de un expediente al Concejo Deliberante por parte del Departamento Ejecutivo. De aprobarse el mismo, se llamaría a licitación pública para entregar la concesión de estos locales.
El expediente, que lleva por número el 46451, tiene como objeto el pedido de autorización para el “llamado a licitación para el otorgamiento de permisos precarios para la explotación del servicio de gastronomía en los locales o edificios delimitados del predio de: Plaza Islas Malvinas, Pasaje Dardo Rocha, Terminal de Ómnibus, Paseo del Bosque y Parque Ecológico”.
Las palabras “permisos precarios” implican en sí mismas una irregularidad, puesto que no se trata de un caso de emergencia.
De ser aprobado el proyecto del expediente sin modificación en ese aspecto, se estaría legalizando una adjudicación mediante una figura prohibida de forma expresa por la Ley Orgánica de Municipalidades. El pliego adjuntado en el expediente no estipula el plazo de duración de dicho permiso, con lo cual sus beneficiarios podrían mantener la adjudicación por un período indefinido.
Este expediente, presentado en abril por resolución del intendente Pablo Bruera, recibió en respuesta dos pedidos por parte de la concejal del ARI, Susana Sánchez.
En el primero, fechado el 24 de abril, se solicita que se llame a licitación pública mediante todos los medios de comunicación de la ciudad, para cumplir con la ley 10592.
El segundo, del 5 de marzo, es un pedido de informe “sobre las modalidades de otorgamiento de concesión de pequeños y medianos inmuebles de dominio público pertenecientes al Municipio”.
Según personal administrativo del Concejo Deliberante, el plazo máximo de respuesta es de dos meses. Hasta la fecha el Ejecutivo no se ha expedido en relación a ninguno de los dos.

El caso del bar del Islas Malvinas
En este marco es que Rodrigo Alejandro Díaz explota comercialmente el bar del Centro Cultural Islas Malvinas cometiendo numerosas irregularidades.
Por ejemplo, los tickets expedidos por el local son de tipo “no fiscal”. Con esto, se viola la ley 25795 que establece la obligación de los comerciantes a emitir comprobantes fiscales en casos de transacciones de montos superiores a diez pesos.
Por otra parte, Rodrigo Díaz figura en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) como monotributista de categoría G, desde el 23 de febrero de 2005, día en que se inició como pequeño contribuyente. En realidad, de acuerdo a los ingresos brutos de un local de la magnitud del Malvinas, debería estar registrado como responsable inscripto.
Para estar categorizado como monotributista, el contribuyente debe presentar dos veces por año el cálculo referente a los doce meses anteriores a la fecha, con respecto a los ingresos brutos mensuales, la superficie afectada por el comercio y el promedio de energía eléctrica consumida por mes.
Según el gestor Martín Pérez, a partir de esos tres datos, y de acuerdo con una tabla de AFIP, se debe tomar el valor perteneciente a la categoría más alta, y a esta corresponde el comerciante.
De acuerdo con la información extraída de la página oficial de la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP), el monotributista “G” percibe ingresos brutos de hasta $24.000, su comercio comprende una superficie de hasta 30 mts2 y utiliza hasta 3.300 Kw. de energía eléctrica. Sin embargo, un funcionario del entorno del ex intendente Alak, aseguró que el bar del C.C.I.M. percibe aproximadamente 100.000 pesos por mes en ingresos brutos, y los concesionarios no pagan la energía eléctrica, ya que ésta es costeada por la municipalidad por tratarse de un espacio público.
A pesar de reiterados intentos por hablar con el permisionario del Islas Malvinas, Rodrigo Díaz no pudo ser localizado.
Al conversar con el director del Centro Cultural Oscar Jalil, éste no pudo brindarnos información acerca del canon que paga Díaz a la municipalidad por la explotación del bar, pero aseguró que la facturación del mismo no supera lo declarado en AFIP.
Así, de acuerdo a los datos brindados en off a este equipo de investigación, Rodrigo Díaz debería re-categorizarse en AFIP como responsable inscripto. Al continuar como monotributista lleva adelante una evasión de impuestos al fisco, por declarar que percibe diez veces menos de lo que realmente obtiene por mes.
Otra falta que comete quien explota comercialmente el bar es no exhibir claramente las habilitaciones de la municipalidad (el permiso precario), y de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires (ARBA), ni la constancia de inscripción como monotributo en AFIP y el último ticket de pago de dicha constancia.
Fallas del sistema
A todas las irregularidades de la dirección del bar del CCIM se suma una perteneciente al sistema virtual de la AFIP.
Al solicitar la constancia del CUIT de Rodrigo Alejandro Díaz en la página de la Administración Federal de Ingresos Públicos, ésta permite obtener tanto su inscripción como monotributo como su reciente inscripción al régimen de grandes contribuyentes.
Sin embargo, si esta re categorización se hubiera producido de forma automática, como aseguraron desde la Administración, a Díaz le correspondería desde mayo de este año facturar como responsable inscripto, cosa que no hace.
Al continuar emitiendo comprobantes no fiscales, y facturas tipo C (correspondientes a los monotributistas), el encargado del bar del Centro Cultural Islas Malvinas continúa evadiendo impuestos, amparado por las fallas del sistema virtual de categorización de la AFIP.


Nota de la autora: este trabajo forma parte de la primera investigación de la cátedra de Periodismo de Investigación, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata, realizada en conjunto con María Laura López Silva y Cristian Molina y entregada el 3 de Julio de 2008.


Todos los datos y entrevistas son reales y comprobables, como lo demanda dicha cátedra.

lunes, junio 02, 2008

El ciclo

No voy a decir que merecía morir. No creo que nadie lo merezca. Pero si voy a decir que me alegré muchísimo... la enfermedad y el sufrimiento eran lo que todos deseábamos para ella.
Tanto hablar de inclusión, de que todos éramos hermanos, de que para un peronista no había nada mejor que otro peronista... yo me preguntaba y aún me pregunto ¿y los demás qué? Qué pasaba con aquellos que no pertenecíamos al Partido. Y no era por no creer en la llamada “Justicia Social”, no era que no queríamos que no hubiera más pobres. Pero Él... los acostumbró a creer que el Estado debía darles todo, sin que el trabajo significara nada.
A mi nadie me dio nada. Para recibir los aguinaldos y el pan dulce para las Fiestas teníamos que estar en las listas del Partido. ¿Qué clase de inclusión social es esa? Todavía me acuerdo de un día del niño en el que Ella vino al Barrio a repartir regalos. “Regalos para todos”, gritaba desde el camión un hombre gordo y barbudo. Cuando fui a buscar el mío me miraron:
-Hola, hermosa. Decime, ¿tu papá es peronista?- y yo, que poco sabía y entendía de la política de los grandes, le respondí que no, la verdad, ¿cómo iba a saber yo que cuándo decían “todos” se referían a los que fueran peronistas?, aparentemente me habían enseñado mal el significado de la palabra y “todos” eran los peronistas y nadie más.
Mamá siempre me advirtió que eran así. Inclusión para los excluidos de siempre... y exclusión para el que no estuviera de acuerdo. Mi mamá era hija de una de las familias más adineradas de Mármol, hasta que se casó con el viejo, que nada tenía de acomodado, y se escaparon juntos. La familia de ella nunca más la reconoció, pero no importó porque estaban juntos.
Mis dos hermanos mayores y yo somos hijos del anterior marido de la vieja, don Suárez. Ese si era un tipo bien... hasta que nos dejó y se fue con una secretaria que tenía algo así de 14 años menos que él. Una vez me fue a ver, para mis 15. La primera y la última vez que lo vi. Yo no quería saber nada. A mi no me iba a engrupir con esa de que quería conocerme. Lo dudo mucho, si me dejó cuando era una beba, ¿cómo iba a quererme después de tantos años?
No que el viejo Castilla fuera mejor, pero bueno... con sus rayes y los gritos, él si fue mi papá. Él fue el que consiguió el terrenito por un pariente lejano, y armó la carpita en la que vivimos hasta que la casa estuvo terminada. Nos dejaban solos todo el día para poder laburar. No teníamos nada de plata. Tan mal estábamos que la leche me la daban en una botella de vino con un dedo de guante recortado que hacia las veces de mamadera.
Tuve que empezar a trabajar a los 14 para ayudar en casa. Como no éramos peronistas, los beneficios no llegaban a nosotros. Aunque tampoco los buscábamos, porque no queríamos que nos dieran nada que no nos hubiéramos ganado. O al menos eso me decían mis padres.
No pude terminar de estudiar, por más que lo deseaba con el corazón. A los 17 lo conocí a Iván en la fábrica en la que trabajábamos. A los 18 me casé y nos fuimos a vivir a una casa que él había estado construyendo.
La proscripción ya había empezado y nos enterábamos de gente a la que la Revolución Libertadora mataba, algunos peronistas, otros no. Y con eso no estábamos de acuerdo. Porque tanta violencia era combatida por más violencia por parte de la resistencia, y muchos inocentes caían en medio de esa guerra. Los militares parecían no entender que cazándolos y asesinándolos hacían legítima su defensa.
Este país parece no conocer los términos medio. Del peronismo que se colaba bajo la piel de todos a la fuerza, pasamos a una represión terrible si sólo se lo nombraba y luego, volvimos de nuevo a Él.
Cuando retornó de su exilio, en Ezeiza, Perón demostró su mayor contradicción, aunque sus seguidores no quieran aceptarlo. Al permitir que emboscaran a los Montoneros, masacró a los únicos que verdaderamente habían luchado por su regreso. A los únicos que nunca bajaron los brazos. Ese día deshonró a todos los que habían dado la vida por él, los negó, los insultó, los perdió.
Con la muerte de Perón, hace unos días, Isabel (mi hija de 11 años, a la que nombré de esa forma por su abuela y no por la segunda mujer del Coronel), regresó de la escuela y le contó a Iván, con quién tiene una relación maravillosa, que le habían dicho que Perón estaba muerto y ella les dijo a sus amiguitos “menos mal que se murió el viejo ese”. Iván le dijo algo que expresa muy bien lo que ambos pensamos:
-Isabel, me encanta que puedas tener tus propias ideas, diferentes de lo que la mayoría piensa. Pero no las digas más afuera de casa... es muy peligroso.
-¿Por qué, papi?- preguntó ingenuamente nuestra hija
-Porque hay gente que no tolera las ideas diferentes, tanto que está dispuesta a matar a los que, para ellos, están equivocados.
Puedo decir que odié el peronismo del `45. Odié a Eva, me alegré con su muerte, lo odié a Perón, también me alegré con su muerte... pero Isabel y López Rega son capaces de combinar mi odio anterior y multiplicarlo. Están persiguiendo a compañeros de Iván de la fábrica, porque dicen que son subversivos... comunistas.... Si antes el peronismo excluía simplemente, ahora mata y desaparece a personas opositoras sistemáticamente.
Le están dando mucho poder a los militares. Los escuchan demasiado... esas ideas de la “guerra interna” las traen ellos. Isabel no tiene idea de nada como para pensar semejante cosa ella sola. Esta mujer está matando a cientos por su ignorancia y soberbia. Está justificando asesinatos por temor a perder su cargo.... pobrecita, tarde se va a dar cuenta de que cuánto más poder les dé, más poder van a querer... y va a llegar el momento en el que ella les sea prescindible. Ahí va a perder todo.
Y el ciclo volverá a empezar: los militares, la represión, el orden y otra vez los peronistas, y así para siempre.
¿Aprenderá este país algún día?, ¿dejaremos de creer que la exclusión, la marginación y la eliminación de los opositores son la mejor salida para lograr los proyectos?, ¿llegará el día en el que logremos pensar en conjunto?
Nunca entendí para qué tantas muertes, tantos engaños y tantas peleas. Si al fin y al cabo lo que todos queremos es salir adelante, ¿cómo puede ser tan difícil ponerse de acuerdo?
Me pregunto si las diferencias serán en verdad tan abismales que la única salida es el enfrentamiento, la lucha, la represión y, en la mayoría de los casos, la muerte.
No creo ser capaz de lograr un gran cambio, pero desde donde estoy trato de educar a mis tres hijos para que toleren las diferencias y aprendan a trabajar en conjunto, incluso con quienes tienen ideas deferentes.
Ojalá no sea la única que pone sus esperanzas en su descendencia, ojalá todos estemos cansados ya, y estemos haciendo lo posible por un futuro que sea mejor que este presente, para que el ciclo se rompa y no se repita nunca más.
Nota de la autora: un poco mas viejo y largo que lo que estoy acostumbrada a publicar. Cuentos, no son mi estilo, pero este me gusta.....
Es de hace dos años, ojala se note alguna diferencia con lo actual!

sábado, mayo 31, 2008

Irreales

“No vemos la realidad, la construimos”

Sus manos se unen… con cuidado… en un ritual que roza un pedido de perdón. Dura ese segundo; ese instante absoluto en el que son uno… para luego alejarse con rapidez.
Un momento robado a la realidad. Un momento en el que expresan aquello que no son, ni quieren ser. Un momento total de cariño, sólo eso.
¿Sólo eso?
El amor no era eso, acaso.
Estaba definido tal sentimiento por la necesidad de ser uno, estar unidos y no separarse jamás.
Cómo explicar aquel presente, entonces.
Cariño, amor, lujuria, pasión, ninguno antagónico de los demás. Simplemente consecuentes.
Y ni una vez presente la institución. La formalidad.
Cómo ser feliz sin tal sentido de propiedad atado al amor. Sin tal sentido de unicidad del placer y el amor con una única persona.
Cómo aceptar que eso sería todo, para siempre.

Finalmente aceptaron que no necesitaban nada más.
Que eran todo eso que no querían ser y al no nombrarlo, le daban fuerza.
Que no necesitaban del futuro, pues el presente les daba todo lo que deseaban y más.
Y el hecho de no atarse en forma alguna, los hacia incluso más libres… y más íntimos.

Al no encadenarse el uno al otro, se unían como nunca antes.
Y tal vez… eso haya sido suficiente.

viernes, mayo 30, 2008

Duele

… y es progresivo.
En el comienzo fue simple. Casi un juego.
Al desnudarse lentamente al ritmo de sus pasiones, no se percató de lo profundo del mar en el que se sumergía.
Ahora duele.
El pecho se contrae.
En algún lugar empieza a querer cada vez más… y a la vez no.
Entrega todo, por completo.
Es ella, como nunca antes… pues nunca antes estuvo con él.
¿Cómo cambiar futuros largamente meditados, sueños estructurados de ante mano, por fantasmas aún inciertos, frágiles como sus propios deseos?
¿Cómo aceptar que el mundo puede cambiar con tan sólo dos palabras, en el momento menos pensado?
¿Cómo comprender que la decisión, desde el vamos, implica esa acción tan febrilmente anhelada?... la primera, en orden cronológico… la segunda más temida… la segunda, pues la decisión es el capítulo interno más difícil de ser superado…
Y puesto que la acción interior para nada garantiza a su par exterior, este último es, si es esto posible, todavía más débil… más susceptible de ser despreciado, herido… incluso, inconcebido.
¿Cómo dejarse caer sin saber a ciencia cierta si alguien la atrapará al final de tan oscura caída?
¿Cómo caer y ser libre?
¿Cómo abandonar un camino iluminado por los inciertos pasadizos de la verdadera libertad?

Libertad segura… un sutil encierro en el cual ningún riesgo tendrá lugar.
Libertad aterrada… pero libertad al fin. Verdadera libertad.
Verdadero placer.
Verdadero amor.
Verdadero miedo.

No hará nada más…
Entregarse por completo en cuerpo y alma la ha dejado agotada como nunca antes…
No hará nada más, pues nada queda por hacer.
En este punto incierto cuyo límite no alcanza a vislumbrar
Te toca a vos.

martes, mayo 27, 2008

Just feel me

Simplemente escuchá,
Todo eso que no dice.
Entende lo que no puede transmitirte.
Sentí lo que grita su cuerpo.

Y no preguntes nada…

Encontrá por fuera de sus palabras,
Por favor
Todo lo que buscas hoy.

Y no pidas nada…

Hoy duele,
Tu falta de atención,
Tu desinterés,
Y tanto desamor…

sábado, mayo 24, 2008

Un vacio irremediable


Para Lauky…
Después de tantas charlas.
Antes de tantas más.

Lo observó alejarse en silencio… casi como sin querer.
Había conservado su postura durante toda la conversación. Fría, distante. No le daría el gusto de saber que lo extrañaba terriblemente.
No.
Actuó como si nada importara. Como si nuevamente fuera quién había sido por largo tiempo. Como si nada hubiera ocurrido entre esas instancias de su inter relación. Como si todo su cuerpo no estuviera vibrando de la incontenible fiebre que le provocaba el recuerdo, tan vívidamente rememorado al tenerlo de frente nuevamente.
Su cuerpo conservaba aún las marcas carnales de tanto fuego interior. Recordaba aún sus manos, sus labios… su forma de mirarla, sus caricias de media noche.
No era eso amor, acaso.
Una vez más, dónde estaba el límite.
Acaso el enorme abismo entre ellos era un simple título; un reconocimiento, una forma de situarse frente al universo exterior.
No bastaban las noches, las fantasías, la música, las risas… las caricias esas que brinda tan dulcemente aquel que pide, pero da.
No bastaba ser feliz un instante.
Precisaba más.
Una necesidad de poseerlo. Una idea vaga pero penetrante de que era de su propiedad.
Eso deseaba.
Seguridad. Estabilidad. Equilibrio. Rutina.
Cosas que busca, encuentra, y luego, intenta perder a cada paso.
Verdades con las que juega de forma interminable, siempre rozando el límite último: aquel donde puede tenerlo todo o perderlo todo.
Pero…
Tener qué, o perder qué.

miércoles, abril 23, 2008

Ausencias

“A la angustia de Sartre”
L.P., Abril 2008

Un vendedor ambulante grita a lo lejos.
La noche no ha cedido aún… o no, es que tiene los ojos cerrados.
¿Dónde está?... más inmediato: ¿con quién?
Siente un cuerpo moverse a su lado. Lo hace sutil, suavemente.

Afuera, amanece en algún barrio de Buenos Aires. Los primeros sonidos del día comienzan a percibirse.
Adentro, sólo sus respiraciones acompasadas quiebran aquel virgen silencio.
Pero ella se despierta. Lentamente recuerda.
Los acordes firmes de la esfumada, canciones tan suyas… besos tan simples… en un ambiente tan nuevo.
Haber descubierto la comodidad de aquel lugar que desconoce.
Y el miedo… a la familiaridad que la situación le provoca… a la felicidad que siente… al placer siempre latente.

“Buen día”.
Y es ella nuevamente.
Lo acaba de descubrir.
La noche no ha cambiado su ser, su sentir… sólo, tal vez, algo de su orgullo.
Una sonrisa se esboza en las comisuras de su boca. Ha bajado las defensas. Se ha entregado por completo. Y lo sabe.

Y siente miedo… pero no.

Observa, sin actuar, como se resquebraja lentamente la roca, ya no tan firme, de su orden preestablecido.
Pero, en lugar de acercarse a repararla, permanece inmóvil en sus brazos.
Y observa. Piensa. Tiembla.
¿Actúa?

sábado, marzo 01, 2008

Arrepintiendome

Hoy vuelvo a ser libre.
A no saber donde estoy, ni que viene después.
Vuelvo a sufrir por adelantado, esta soledad en la que me dejaras.
No puedo obligarte a sentir lo que yo…
No puedo dejar de decírtelo.
No puedo permitirme no ser yo, ni siquiera por esta vez.
¿Ni siquiera por esta vez?
¿Ni siquiera por vos?
He sido todo, hubo una época en la que habría renunciado a mi vida por vos.
Y hoy…
No puedo.

jueves, enero 31, 2008

Crónica de un engaño frustrado

No mintió.

Se dejó desnudar por la mente del otro. Ese otro que no era parte de ella, pero… sí.
Permitió que la conociera más que cualquier persona sin sentirla verdaderamente.
Accedió… deseó que la deseara.
Luego, se dejó desnudar por sus manos, concretar el deseo.
Le consintió sentir su placer, afirmarse en ella.
Pero él no pudo. Entre el goce y la euforia, sus provocaciones constantes buscando eso que finalmente alcanzaría… no pudo.
Perseguido como se sentía no podía ser quién decía. No esta vez.
Ella, en cambio, conjugaba al fin esa parte de su vida que aún era un ideal, con la realidad.

Saciado de ante mano, pero comenzando a comprender, se marchó resentido consigo mismo.

Resentida e insaciada, pero conforme con lo acaecido, se sintió completa… como nunca antes.